Como nos representamos a nosotros mismos
La construcción de la propia imagen es aquella representación que nos formamos mentalmente de nuestro cuerpo, es decir, la forma en como nos lo imaginamos. Además, para otros autores este término se define como la apreciación o valoración íntima que una persona realiza de sí misma y conlleva a la percepción de su cuerpo y la actitud que manifiesta hacia él.
Este proceso comienza al rededor de los 2 años, cuando los niños ya tienen la capacidad de reconocerse frente al espejo, aunque este proceso se ira desarrollando poco a poco a lo largo de los años.
Tener una buena imagen de sí mismo hace que el niño adquiera confianza en él mismo para poder lograr todos aquellos objetivos que se proponga, así como ayudar en la formación de vínculos positivos con los demás desarrollando una inteligencia interpersonal imprescindible para la vida social.
Se conocen multitud de estrategias para trabajar con los niños la construcción de la propia imagen, siendo la de colocar al niño frente al espejo con un punto rojo en la frente/nariz, el método más famoso.
Durante la etapa de educación infantil el niño comienza a describirse mediante características físicas y de manera global. Y al final de esta etapa el niño comienza a preciar sus características psicológicas únicas.
Durante la construcción de la propia imagen hay tres vías que pueden influir en su desarrollo:
- La influencia interpersonal, la cual se enfoca a los elogios o criticas que se pueden recibir diariamente.
- La autovaloración propia que tenga uno mismo sobre su aspecto y su relación con la construcción de la autoestima.
- Influencia social, la cual se ve a su vez influida por los estereotipos y prototipos que establece la sociedad.
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